LAS ENSEÑANZAS DEL FUNDADOR DE LA TERAPIA FLORAL

Los remedios se dosifican de la siguiente manera: tómense dos o tres gotas de la farmacia de remedios y échense en un frasquito de boticario normal, rellénese con agua, agítese bien y adminístrese el remedio en cucharaditas de té hasta la dosis requerida. En casos muy graves, cada cuarto de hora; en casos graves, cada hora, y en casos normales, tres o cuatro veces al día. En casos de pérdida de la conciencia, pueden humedecerse los labios del paciente con el remedio.

Si el estado del paciente mejora, con frecuencia es necesario cambiar de remedio, al igual que cambia su estado espiritual. En algunos casos pueden llegar a ser necesarias hasta media docena de diferentes plantas curativas.

LOS DOCE REMEDIOS Y CUATRO REMEDIOS MENORES

A todos los que están enfermos les diría lo siguiente: la enfermedad no habría podido conseguir nunca el poder que posee hoy día si el hombre no hubiera olvidado la protección natural contra la enfermedad, las plantas medicinales de las praderas. Además no hay ninguna enfermedad que pueda resistir el poder curativo de la planta adecuada si el paciente tiene el deseo sincero de sanar de nuevo. Realmente, la enfermedad no puede resistir a la planta medicinal correcta, como no puede hacerlo la oscuridad cuando las ventanas están abiertas de par en par y la luz del sol entra a raudales.

Hemos pagado un alto precio por haber olvidado la ciencia curativa de la naturaleza, y lo hemos pagado en forma de infinidad de enfermedades que existen hoy día. Pero la naturaleza aguarda con paciencia, y lo único que necesitamos es volver a ella para encontrar el alivio a nuestros males.

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha sabido que las plantas de la naturaleza podían curar sus enfermedades, y a través de los siglos hemos guardado en la memoria los nombres de quienes disponían de la verdadera ciencia de la curación por las plantas.

Como plantas curativas de la naturaleza que son, tratan nuestra naturaleza. No importa que esté enferma nuestra mano, nuestro pie, nuestra cabeza o cualquier otra parte de nuestro cuerpo, ni tampoco importa la enfermedad que padezcamos. La enfermedad sólo nos puede afectar cuando en nuestra naturaleza hay algún desarreglo. Y esa discordancia es corregida por la planta medicinal, por lo que no sólo cura nuestro cuerpo, sino que nos hace más sanos y felices en todos los sentidos y traen la alegría a nuestras vidas.

Nuestros desarreglos se manifiestan en uno o varios de los doce estados de ánimo, y, de acuerdo con el estado de ánimo instantáneo, podremos elegir el remedio necesario.

Estos remedios hacen brotar un estado de conjunto armónico, y a menudo nos hacen recuperar la alegría vital, nos liberan de nuestras preocupaciones y nuestros miedos.

Los doce estados de ánimo son los siguientes:

Las enseñanzas del fundador de la terapia floral

A continuación sigue una explicación algo más detallada de estos estados de ánimo y su relación con los nombres de los distintos remedios.

CENTAURA – – – – – Debilidad. (Erythraea centaurium).

Da fuerza. La debilidad después de la enfermedad: pálido, laso, cansado, sin energías, desmadejado, extenuado. La vitalidad está agotada.

HELIANTEMO – – – – – Desesperación. (Helianthemum vulgaris).

Es el remedio de los casos de emergencia. En casos de emergencia y ante peligros, así como en todas las situaciones desesperadas ideas del suicidio o cuando amenaza volverse loco; o en una crisis nerviosa, ante el miedo a la muerte o en caso de depresión profunda.

MÍMULO – – – – – Miedo. (Mimulus luteus).

El medio para vencer cualquier miedo. El miedo a la enfermedad, a los accidentes o a los peligros desconocidos. El miedo a las personas, a los familiares, a los extraños, a las multitudes, al ruido, a la murmuración o a la desconfianza de los demás o a la soledad. Miedo a la humedad, al frío, al calor o a la oscuridad.

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AGRIMONIA – – – – -Tormento. (Agrimonia eupatoria).

Este remedio aporta alivio a todo aquel que padece tormentos, más incluso ante una enfermedad grave.

SCLERANTHUS – – – – -Indecisión. (Scleranthus annuus).

Para quienes no pueden decidir qué es lo que quieren. Primero les parece correcta una cosa y luego otra. Sus deseos y sus síntomas corporales parecen desaparecer con tanta rapidez como habían aparecido. Cuando tienen fiebre, la temperatura les fluctúa mucho.

CLEMÁTIDE – – – – -Indiferencia. (Clematis vitalba).

El remedio contra todos los estados de somnolencia, obnubilación y desgana. Cuando el paciente se desmaya con frecuencia y, cuando están inconscientes, es suficiente con humedecerles los labios con el remedio.

ACHICORIA – – – – -Desasosiego. (Cichorium intybus).

Cuando estas personas están enfermas, se preocupan mucho por los demás, por sus hijos, amigos y familiares.

CERATOSTIGMA – – – – -Duda de sí mismo. (Ceratostigma willmottiana).

El remedio para quienes se dejan influir con mucha facilidad.

GENCIANA – – – – -Desaliento. (Gentiana amarella).

El remedio para quienes están vacilantes o desalentados.

VERBENA – – – – -Entusiasmo. (Verbena officinalis).

El remedio para los fuertes de voluntad.

IMPACIENCIA – – – – -Impaciencia. (Impatiens royalei).

El remedio para todos los casos en que está presente la impaciencia. La tranquilidad que aporta este remedio acelera el proceso de curación. En caso de dolores fuertes, es frecuente que se presente una gran impaciencia, por lo que el remedio ‘impaciencia’ es de gran valor en estos casos, en que se trata de aliviar los dolores y tranquilizar al paciente.

VIOLETA DE AGUA – – – – -Distanciamiento. (Hottonia palustris).

A menudo, estas personas poseen una gran belleza física.

LOS CUATRO REMEDIOS MENORES

Estos cuatro remedios son:

AULAGA – – – – -(Ulex europaeus).

Las personas que necesitan el remedio de la aulaga están por lo general pálidas, y con frecuencia tienen grandes ojeras. Dan la impresión de que necesitaran más luz del sol en sus vidas para disipar las nubes que los envuelven.

ROBLE Albar – – – – -(Quercus pedunculata).

El roble es adecuado para tipos de personalidad de quienes a pesar de que no tienen la menor esperanza de curarse, siguen luchando y están muy furiosos por hallarse enfermos. Estas personas llevan muchos años sufriendo enfermedades físicas, y, aunque apenas tienen ya alguna esperanza respecto a su estado de salud, siguen luchando a pesar de todo.

BREZO – – – – -(Calluna vulgaris).

Por lo general, estas personas padecen dolencias de corazón, palpitaciones, cefaleas palpitantes, alteraciones digestivas y otras enfermedades que son causadas, por ejemplo, por la fuerte excitación y los exagerados esfuerzos de ser una ayuda para los demás en sus deberes cotidianos.

AGUA DE ROCA.

Agua de roca. Se sabe desde hace mucho tiempo que determinadas aguas de fuentes y manantiales tienen el poder de curar a un determinado número de personas, y dichas fuentes y manantiales han llegado a hacerse famosos por sus cualidades curativas.

LOS SIETE REMEDIOS MENORES

A continuación vamos a ocuparnos de las enfermedades crónicas.

Cuando, a pesar de haber tomado el remedio adecuado de entre los doce mencionados, no se constata ninguna mejoría, pueden ayudarnos otros siete remedios menores. Porque cuando una enfermedad existe desde hace mucho tiempo, está fuertemente enraizada en nosotros y es posible que necesite una ayuda antes de que pueda responder tranquilamente a un remedio determinado.

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LOS SIETE REMEDIOS AUXILIARES

Cuando en un paciente no se nota ninguna mejoría a pesar de haber sido tratado con el remedio adecuado, resulta indicado el tratamiento con uno de los siete remedios auxiliares.

Primero hay que observar si el paciente está pálido o si tiene un buen semblante.

Si está pálido, se necesita olivo, aulaga o roble albar.

Cuando el semblante presenta buen color, se dará al paciente vid, brezo o agua de roca.

El séptimo remedio menor, la avena silvestre, puede necesitarlo cualquier persona cuando el remedio que parece ser el correcto entre los doce remedios o los seis remedios menores restantes no ha mostrado ningún efecto; en tales casos, se puede intentar otra vez con la avena silvestre.

Cuando el paciente está pálido están indicados los tres remedios menores siguientes:

Olivo

Para quienes están pálidos y agotados, quizás tras épocas de gran preocupación, grave enfermedad, penas o larga pugna interna. En todo caso, se hallan muy agotados y tienen la sensación de no tener más energías para ulteriores esfuerzos. Por el momento no saben cómo deben seguir actuando. Para ellos la vida cotidiana significa trabajo duro y carente de todo placer. Pudiera ser que necesitaran mucho la ayuda de otra persona. Algunos pacientes presentan la piel muy seca y arrugada.

Aulaga

Para personas que piensan que son un caso sin remedio. Lo han intentado todo y creen que no hay nada más que se pueda hacer por ellos. Se han resignado a su enfermedad y no hacen ya ningún esfuerzo por sanar.

Por lo general, tienen el semblante amarillento, y con bastante frecuencia presentan ojeras.

Roble albar

Para los que luchan con todas sus fuerzas para volver a sanar. Están disgustados con su enferme dad porque les impide hacer su trabajo diario, y aunque creen que no existen grandes esperanzas de recuperar la salud, intentan todo cuanto está a su poder para recuperarlas y volver a ser útiles.

Para quienes tienen un buen color de cara, son indicados los siguientes remedios:

Vid.

Para aquellos que son algo muy especial. Están tan seguros de saber qué es lo correcto, tanto respecto de sí mismos como respecto a los demás, y de cómo deberían hacerse las cosas, que son críticos y pedantes. Quieren hacer todo a su manera y dan instrucciones a quienes les ayudan. Aun estando enfermos, dan órdenes a sus semejantes. Incluso en ese estado son difíciles de contentar.

Brezo

Para la gente de gran estatura, vigorosa, de buena constitución, que son sociables y cordiales. Se preocupan mucho por los detalles de su dolencia y tienen la sensación de que cualquier pequeñez tiene importancia. Por lo general, no han tenido nunca una enfermedad grave, e incluso una dolencia insignificante les parece muy seria.

Agua de roca

Para los que son demasiado severos consigo mismos y se privan de muchas alegrías y placeres de la vida. Dejan todo lo que creen que les perjudica, sin importar lo dependientes que sean de ello. Y soportan todo cuando creen que les hace bien. Tienen gran valor y se someten a cualquier tratamiento cuando están convencidos de que les será de ayuda.

Son severos maestros, no para los demás, sino para consigo mismos, y por ello pierden gran parte de su alegría de vivir.

Avena silvestre

Es un remedio que cualquiera puede necesitarlo; al igual que puede ser necesario en casos en los que las restantes soluciones no producen ningún efecto, o cuando parece difícil decidir qué remedio hay que prescribir. En estos casos debería intentarse con este recurso por lo menos durante una semana.

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Si a los pacientes les va mejor, hay que continuar dándoles el remedio hasta que se produzca una mejora de su estado de salud, para pasar después a utilizar otro recurso.

INSTRUCCIONES

Instrucciones para el uso de los remedios

Tómese una taza de agua y añádanse tres o cuatro gotas del frasquito de boticario que contiene el remedio, mezclándolo bien. Cuando el líquido se haya reposado, puede tirarse y mezclarse de nuevo; o si se prefiere guardarlo todavía un rato más, añádanse dos cucharaditas de coñac. No tiene ninguna importancia dosificar con toda exactitud las cantidades, ya que ninguno de estos remedios puede producir el menor perjuicio para la salud, aunque se ingieran en grandes cantidades; sin embargo, dado que basta con una pequeña cantidad del remedio, es más que suficiente preparar pequeñas cantidades.

A los niños hay que darles una cucharadita del remedio, y para los mayores basta con una cucharilla de café. En casos graves, una vez cada hora, y en enfermedades crónicas normales, aproximadamente cada dos o tres horas, repartiendo las tomas durante todo el día, o con mayor frecuencia si el paciente tiene la sensación de que le ayuda tomar el remedio a intervalos más cortos. Cuando se produce la mejoría, ya no es necesario administrar la dosis con la misma frecuencia.

Si el paciente está inconsciente, basta humedecerle los labios con el remedio, y si estuviera además muy pálido, hay que darle heliántemo y clemátide; o heliántemo y vid, si tiene buen color de cara.

A los primeros síntomas de enfermedad, o cuando ésta se inicia, antes de probar con otro remedio hay que administrar el que se había elegido seis o siete horas antes, incluso cuando no se observe ninguna mejoría. Pero, en casos de enfermedad crónica, hay que intentarlo al menos durante cuatro ó cinco días con el mismo remedio. Si se produce una mejora concreta, el paciente debería seguir tomando el remedio hasta que su estado mejore sensiblemente.

Para quienes quieran fabricarse ellos mismos los remedios, voy a describir el método de fabricación, así como la denominación inglesa y el nombre botánico de las plantas, junto con su lugar de procedencia.

Métodos de fabricación

Los remedios deberían prepararse cerca del lugar donde crece la planta, ya que las flores deberían utilizarse inmediatamente después de ser recogidas.

Hay que utilizar una bandeja de cristal fino llena de agua clara, preferentemente de un manantial limpio o de un río. Se cubre la superficie de agua con las flores de la planta, para lo que hay que recoger el número de flores necesario para que no se monten unas encima de las otras. Después, se deja la bandeja expuesta a la luz directa del Sol hasta que las flores comiencen a marchitarse.

La espera puede durar aproximadamente de dos a siete horas, dependiendo de la planta y la fuerza del Sol. Más tarde se extraen las flores con cuidado.

A continuación, se echa el agua de la bandeja en botellas, llenándolas hasta la mitad. La mitad restante se rellena con coñac, para conservar el remedio. Estas son las botellas de reserva que pueden conservarse sin límite de tiempo, y que pueden utilizarse de igual forma que los frascos que venden en las farmacias.

Las denominaciones inglesas y los nombres botánicos de cada uno de los remedios son los siguientes:

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