TRASTORNOS ALIMENTICIOS

Trastornos alimenticios. La disconformidad con la imagen del cuerpo se torna obsesiva; siendo el tema más preocupante qué se ingiere o no se ingiere. Aparecen emociones negativas que acompañan un proceso donde los cambios deseados no logran conseguirse. Y eventualmente, al alcanzarlos, duran un período breve o bien su sostenimiento se basa en el perjuicio de la salud física. El intento de verse «bien» lleva a un profundo malestar. Los trastornos asociados a la problemática alimentaría son variados: Anorexia nerviosa, Bulimia nerviosa, trastorno de la conducta alimentaria no especificado, obesidad, sobrepeso, pero es solo a fines descriptivos. Si la relación con el propio cuerpo se ha vuelto hostil es esperable que empiece a deteriorarse la vida afectiva y el rendimiento laboral, la persona se aísle sosteniendo el conflicto como un gran secreto. El resultado es que se el problema inicial se refuerza, se arma entonces un círculo del que es difícil salir sin ayuda profesional. Nadie puede dejar para siempre de comer, o desinteresarse del todo de la valoración de la propia imagen.

PALABRAS CLAVES

Trastornos alimentarios, Enfermedad Mental, Anorexia, Bulimia

TRASTORNOS ALIMENTARIOS

Los pacientes con trastornos alimentarios poseen mayor incidencia de trastornos afectivos que la población general, con una mayor prevalencia de depresión mayor, tanto en la anorexia nerviosa como en la bulimia nerviosa. Diferentes estudios han encontrado que la incidencia de una alteración afectiva entre las anoréxicas oscila entre 52% y 98%, siendo la depresión el trastorno más común; en las pacientes bulímicas estas cifras varían entre 52% 83% y para depresión mayor entre 38% y 63%.La ocurrencia de trastorno afectivo bipolar II entre las anoréxicas se ha encontrado desde 9,7%, un seguimiento a 10 años plazo, hasta 56% de las pacientes hospitalizadas. Además se ha observado la alta relación de trastornos mentales como depresión mayor, TAB en los familiares de pacientes anoréxicas y bulímicas. (1)

La presente investigación tuvo como objeto principal efectuar un análisis comparativo entre pacientes de sexo femenino, portadoras de un trastorno de la conducta alimentaria, versus pacientes con trastornos afectivos y sujetos sin ambas patologías, en cuanto a rasgos psicológicos, actitudinales y conductuales descritos como característicos de los trastornos del hábito del comer.

Se realizó un estudio con una población femenina dividiéndola en tres grupos principales que fueron:(1)

Trastornos alimenticios

En cuanto a los instrumentos se utilizó una entrevista estructurada a las pacientes con trastornos alimenticios en los periodos del 2002 al 2004 que correspondía al EAT-40 (Test de Actitudes Alimentarias) y el EDI (Inventario de Desórdenes Alimentarios) y se aplicó la misma evaluación a los grupos comparativos. El EAT-40 evaluaba 3 ítem principales que eran:

  • Dieta (evitar alimentos que engorden).
  • Control oral (control en comer y presión percibida por los demás para aumentar de peso).
  • Bulimia (pensamientos relacionados con los alimentos y conductas bulímicas).
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Teniendo en cuenta que cada una deba un puntaje máximo de 3, si se encontraba una puntuación mayor a 30 o igual se decía que la paciente ya presentaba un trastorno alimenticio.

EDI (INVENTARIO DE DESORDENES ALIMENTICIOS) consistía en 64 proposiciones, distribuidas en 8 ítems que correspondían a:

  1. Motivación por la delgadez.
  2. Conciencia interoceptiva.
  3. Bulimia.
  4. Insatisfacción corporal.
  5. Sensación de inutilidad.
  6. Temor a la madurez.
  7. Perfeccionismo.
  8. Desconfianza interpersonal.

Por medio de la investigación se llegó a la conclusión de que dentro de las pacientes con trastornos alimentarios:

  • Las anoréxicas compulsivo-purgativas y las bulímicas purgativas, fueron las más patológicas. Las más motivadas para alcanzar la delgadez, las más perfeccionistas (en conjunto con las pacientes portadoras de un trastorno de la conducta alimentaria no especificado) y con mayor desconfianza interpersonal fueron las anoréxicas compulsivo purgativas.
  • En cambio, las que tuvieron más dificultades para discriminar sus emociones sentimientos y las que presentaron más conductas «comilonas» y purgas, más insatisfacción corporal y sensación de ineficacia personal, fueron las bulímicas purgativas.
  • Las anoréxicas restrictivas mostraron más temores a la madurez que cualquiera de los otros subtipos. Teniendo en cuenta que uno de los síntomas de la anorexia nerviosa es el retroceso a la adolescencia o a la niñez debido a las grandes exigencias que requiere la adultez, evitando la ingesta de carbohidratos.

La motivación por la delgadez fue el índice más sensible y específico para predecir un trastorno de la conducta alimentaria, tanto las pacientes con trastornos del ánimo como las estudiantes catalogadas como sanas, al presentar una baja motivación para alcanzar una figura corporal delgada, están protegidas para el desarrollo de una afección alimentaria.

Respecto a las pacientes con trastornos afectivos:

Las pacientes depresivas se mostraron más sanas en todos los indicadores de conducta patológica alimentaria, en comparación con las pacientes con trastornos del hábito del comer. No obstante, al comparar las pacientes depresivas con las bipolares, las primeras presentan puntajes más elevados en todos los factores del EDI, apareciendo las bipolares, más sanas. La sensación de ineficacia personal en las pacientes depresivas surge como el aspecto más relevante, incluso no siendo significativa la diferencia con el puntaje alcanzado por las pacientes bulímicas purgativas. Es decir, tanto las pacientes bulímicas como las pacientes con trastorno depresivo mayor, poseen de manera similar, sentimientos de inadecuación general, inseguridad, inutilidad y la sensación de no estar en control de sus propias vidas. (1)

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Los adolescentes, se han vuelto la población especialmente vulnerable, constituyendo un grupo de riesgo que sobrevalora la imagen corporal, se sienten insatisfechos con su cuerpo y/o apariencia física, desean perder peso, se someten a dietas restrictivas. En diferentes estudios se ha encontrado que el 85 % de las adolescentes están insatisfechas con su figura, el 63 % considera hacer dieta y el 60 % temía perder el control sobre su peso. Entre los jóvenes de la población general, existe una bien documentada asociación entre la imagen corporal propia (lo que uno piensa, siente y percibe en relación a su propio cuerpo) y los problemas alimentarios, de modo que la decisión voluntaria de someterse a una dieta hipocalórica está mediada por la preocupación que el cuerpo y la apariencia física suscitan. (2)

Además, en el sexo femenino, la tendencia hacia la delgadez y la insatisfacción con el cuerpo era mayor, encontraron que entre los varones adolescentes había menos preocupación sobre el peso y menos tendencia hacia las dietas que entre las adolescentes de sexo femenino. Además, con independencia del peso, cuanto más insatisfecha se siente una persona con su cuerpo y apariencia externa, tanto más obesa se percibe, mayor es su historia de dieta y su deseo de adelgazar. En general, los adolescentes sobrevaloran su aspecto físico, le prestan demasiada atención y se valoran en función del mismo. La insatisfacción corporal, el fuerte deseo de adelgazar, la restricción alimentaria, la influencia de los compañeros y la familia, todo ello encabezado por una dificultad para juzgar o valorar de forma adecuada las dimensiones corporales propias, suponen graves amenazas a la nutrición y, por lo tanto, al desarrollo físico y psicológico de los adolescentes, amenazas que en algunos casos pueden conducir a la aparición de un trastorno alimentario o de algunos de sus factores de riesgo.

 El objetivo principal de la investigación fue averiguar si la restricción alimentaria en la población adolescente normal o subclínica estaba relacionada con sus esquemas acerca de la apariencia, tal como sucede en la población clínica. Adicionalmente, se evaluó si se dan diferencias entre el grupo de restrictivos y el de no restrictivos y diferencias entre distintos rangos de edad. (2)

Se realizó un estudio con 373 participantes: 310 mujeres y 63 varones. El intervalo de edad comprendía desde los 14 a los 22 años. Los participantes eran estudiantes de diversos institutos y escuelas de Valencia, y estudiantes de la Universidad Jaume I de distintas licenciaturas (Psicología, Humanidades, Filología, Traducción e Interpretación, Magisterio, derecho e Ingeniería Industrial). Se utilizaron 2 instrumentos como lo fueron:

Appearance Schemas Inventory (ASI) (Inventario sobre los Esquemas acerca de la Apariencia). Es un instrumento que evalúa el componente cognitivo de la imagen corporal. Se centra en la existencia de creencias o supuestos específicos sobre la apariencia física y sobre la importancia que ésta tiene en la vida de una persona. Consiste en 14 afirmaciones que se puntúan de 0 (muy en desacuerdo) a 4 (muy de acuerdo), siendo el valor máximo 56, y el mínimo, 0. A mayor puntuación en el inventario, mayor valoración del aspecto físico como definición de la propia valía personal.

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Restraint Scale (RS) (Escala de Restricción) Es un auto informe que evalúa las fluctuaciones de peso, el grado de restricción y las actitudes hacia el peso y la comida. Refleja en qué medida una persona posee los patrones de comportamiento alimentario caracterizados por seguir dietas estrictas alternándose con episodios de pérdida de control con la comida. La escala de restricción está compuesta por 10 ítems, que van de 0 a 3 o de 0 a 4, siendo el valor máximo 35 y el mínimo 0. Se compone de dos subescalas: fluctuación del peso y preocupación por hacer dieta. (2)

De acuerdo a esta investigación se concluyó que la preocupación por la imagen corporal parece estar más relacionada con la preocupación por hacer dieta que con variaciones en el peso. Esto resulta importante ya que las variaciones en el peso provocadas por una restricción de la ingesta muy estricta y los atracones es lo que caracteriza a la población clínica; por el contrario, la implicación y la preocupación por ponerse a dieta es bastante más común entre la población normal.

Además como datos importantes de la investigación se evidencio que:

Las personas con tendencia a restringir su ingesta son precisamente aquellas que dan una importancia máxima a su aspecto físico.

Aquellas personas que presentan comportamientos anómalos alimentarios (dietas restrictivas con objeto de perder peso), una imagen corporal alterada y una intensa insatisfacción corporal pueden ser incluidas dentro del grupo de riesgo para el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria.

Los más jóvenes tienen mayor preocupación en la imagen corporal y, por lo tanto, mayor necesidad de hacer dieta para controlar el aspecto físico.

En la edad adulta, las mujeres que restringen la ingesta de alimentos lo hacen al parecer por otras motivaciones. Diferentes estudios han involucrado la relación de cambios en su imagen corporal en respuesta a sucesos vitales como cambio de roles o problemas de salud. Otros aseguran que, para las mujeres entre 24 y 69 años, las conductas dirigidas a mejorar su apariencia como las dietas y la actividad física eran un mecanismo para ganar sentido de poder y control social. (2)