ENVEJECIMIENTO Y REJUVENECIMIENTO FACIAL

Envejecimiento y rejuvenecimiento facial. Muchas teorías, se han propuesto para explicar los procesos de envejecimiento, incluyendo las teorías evolutiva, molecular, celular, por apoptosis, por radicales libres, neuroendocrina e inmune. Cada una de estas teorías, o mejor aún, la combinación de varias de ellas, nos explican como un rostro «joven», va cambiando sus características hacia uno «envejecido».  La observación de los cambios que se producen con el tiempo, permite desarrollar técnicas que pretenden dar un aspecto «rejuvenecido» a la cara y el cuello. Entre estas técnicas encontramos la ritidoplastia, la dermoabrasión, el uso de sustancias de relleno, los peeling químicos y el uso de diferentes tipos de láser; cada una con sus indicaciones específicas.

TEORÍAS SOBRE EL ENVEJECIMIENTO (1,5)

Teoría evolutiva

Las teorías evolutivas sostienen que el envejecimiento es resultado de un declive en la selección natural. Puesto que la evolución actúa para aumentar al máximo la capacidad reproductora en un individuo, la longevidad es un rasgo a sólo ser seleccionado si es beneficioso para la capacidad citada. Por consiguiente, la duración de la vida es el resultado de presiones selectivas y puede tener un grado grande de plasticidad dentro de una especie individual, así como entre diferentes especies. La teoría evolutiva se formuló primero en los años cuarenta basada en la observación de que la enfermedad de Huntington, una mutación letal dominante, permanecía en la población en contra de la selección natural. La edad tardía de presentación para la enfermedad de Huntington (30-40 años) le permite a un portador reproducirse antes de manifestarla.  Esta observación inspiró la Teoría de Acumulación de Mutación que sugiere que las mutaciones perjudiciales, pueden aumentar en la población y finalmente pueden llevar a la patología y a la senescencia. Hay evidencia experimental escasa actualmente, para esta teoría.

El antagonismo entre la reproducción y la longevidad es soportada por experimentos en que limitando la reproducción mediante destrucción las células de línea germinativa, se pueden extender la duración de la vida de las Drosophilas. En los humanos, el crecimiento y función normal de la próstata es promovido por los andrógenos, las hormonas gonadales masculinas. En la vejez estas mismas hormonas pueden contribuir a la etiología de cáncer de la próstata, una de las mayores causas de muerte en los hombres viejos. La relación entre la longevidad y la fecundidad no es absoluta; algunas Drosophilas duraderas no tienen ninguna pérdida en la capacidad reproductora, así como las tortugas continúan reproduciéndose por más de 60 años. Los animales (como la tortuga) adaptados para escapar de los depredadores podrían favorecer la selección de longevidad y fecundidad. Por ejemplo, los insectos «sociales», como las hormigas, cooperarán para apoyar a una sola reina. La reina, protegida del ambiente y cuidada por las hormigas obrero, dará lugar a una descendencia de centenares e incluso miles cada día y, en algunos casos, vivirán durante 30 años. En contraste, los insectos «no sociales» tienen duraciones de la vida media que son de meses, no años.

Teoría molecular

La Teoría de la Regulación del Gen del envejecimiento, propone que la senescencia, es resultado de los cambios en la expresión del gen. Aunque está claro que varios de  los genes muestran los cambios en la expresión con la edad,), es improbable que la selección pudiera actuar en genes que promueven el senescencia directamente. Más bien, la duración de la vida se influencia por la selección de genes que promueven la longevidad. El análisis Genómico del ADN les permite a los investigadores compilar una huella digital transcripcional del» envejecimiento normal.» Estos datos pueden compararse con intervenciones que retardan o aceleran el envejecimiento.

Los estudios de cientos de humanos y sus parientes han identificado un aspecto genético significante sobre la habilidad de sobrevivir a edades excepcionales. Recientes estudios apoyan la idea que la longevidad excepcional tiene un componente genético identificando en un sitio del cromosoma 4 el cual podría contener el gene(s) que promueve(n) la longevidad.

Teoría celular

La Teoría de la Senescencia Celular se formuló en 1965 cuando el envejecimiento celular se describió como el proceso que limita el número de divisiones celulares las células humanas normales en cultivo. Este» límite en la «capacidad de replicación ocurre después de un número característico de divisiones celulares y resultados en las células finales aparecen con la fisiología alterada.  La senescencia  celular también pueden ocurrir en respuesta a eventos moleculares distintos; en esta discusión, nosotros distinguimos entre el envejecimiento celular (de todos los tipos) del envejecimiento debido a la repetición celular y al envejecimiento debido a otras. El envejecimiento replicativo es un tipo específico de envejecimiento celular que finalmente es el resultado de la pérdida de telomeras (estructuras especializadas compuestas de una sucesión de ADN repetitivo y localizadas a final de cada cromosoma lineal). Con cada división celular, una cantidad pequeña de ADN está necesariamente perdida en cada fin del cromosoma. La activación de la enzima de la telomerasa regenerará la telómera, prevendrá el envejecimiento replicativo e inmortalizará los cultivos de células humanas. En los tipos de la célula inmortales especializados como las células del tallo, células germinativa, y linfocitos T la telomerasa expresará y o mantendrá la longitud de la telómera. Adicionalmente, todas las células cancerígenas activan telomerasa para evitar el envejecimiento replicativo.

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Los experimentos iniciales con células en cultivo mostraron una correlación entre la replicación potencial y edad del donante, sugiriendo que las células de los individuos más viejos tienen una capacidad más limitada por las divisiones celulares extensas. En forma semejante, los organismos con duraciones de vida más cortas tienen células que envejecen más rápidamente que los organismos con las duraciones de la vida más largas. Sin embargo, los recientes experimentos han lanzado una duda considerable en estas observaciones, y la investigación extensa exige clarificar estos datos. El síndrome de Werner es un síndrome notable debido a un período aparentemente normal de desarrollo hasta la pubertad, seguido por la manifestación temprana de muchos cambios fisiológicos relacionados al envejecimiento. Notable entre estos cambios la presencia temprana de arteriosclerosis. La fisiología alterada de células envejecidas  podría contribuir al envejecer y al cáncer a través de los efectos secundarios en las células vecinas en los tejidos. Por ejemplo, la regulación inadecuada de  interleukina 1, citokinas y EGF, pueden producir un ambiente local arriesgado en que la inflamación favorezca el estímulo de mitogénesis o  a un declive en la función del órgano y al riesgo aumentado de cáncer.

Teoría de la apoptosis

Envejecer es asociado con la disregulación de la apoptosis. Por ejemplo, la apoptosis en el cerebro se ha demostrado en las enfermedades  neurodegenerativas relacionadas con la edad. No está claro si esta disregulación de la apoptosis relacionada con la edad es el resultado de programación genética o los procesos de envejecimiento estocásticos como la tensión oxidante.

Teoría de los radicales libres

Propuesta por vez primera en 1957; es hasta el momento una de las teorías más conocidas y polémicas. Todos los organismos viven en un ambiente que contiene radicales. La respiración mitocondrial, la base de producción de energía en todo eucariote, genera radicales libres. La naturaleza universal oxidativa de los radicales libres es marcada por la presencia de dismutasa del superoxido, una enzima encontrada en todos los organismos aeróbicos que recogen los aniones residuales de la superoxidación.  El daño oxidativo celular es indistinto; hay evidencia sobre la modificación oxidativa de ADN, proteínas, y lípidos. La Teoría de los radicales libres supone que esa reactividad radical libre es inherente en la biología y como resultado en el daño acumulativo se presenta la senescencia. De hecho, un elevado nivel de moléculas oxidadas y dañadas se encuentra en el ADN y proteínas en los organismos viejos. Aunque está claro que el daño oxidante aumenta con el envejecer, no está claro si este proceso contribuye a envejecer en todos los organismos.

Los antioxidantes dietéticos pueden reducir la acumulación de moléculas oxidadas en los ratones, sin que se evidencie una extensión en la duración de la vida.

La teoría de los radicales libre puede ser dividida en varias hipótesis que se enfocan en el papel exclusivo de organelas particulares y tipos de moléculas dañadas en el proceso de envejecimiento. Una hipótesis defiende que las mutaciones en el ADN mitocondrial, acelera el daño por radical libre al introducir los componentes de la enzima alterada en la cadena de transporte de los electrones. El transporte de electrón defectuoso eleva los niveles de radicales libres y finalmente más mutación de ADN mitocondrial resulta. Este» ciclo» vicioso de mutación y producción del oxidante en el futuro lleva a la catástrofe celular, fracaso del órgano, y senescencia. Otra hipótesis defiende que los radicales libres causan el envejecimiento cuando las proteínas oxidadas aumentan en las células contribuyendo a la disfunción en la célula.

Desgraciadamente, desde que nosotros necesitemos oxígeno para sobrevivir, no podremos evitar la producción de radicales libres mientras producimos ATP. Cuando las células envejecen, producen más radicales más libres para la misma cantidad de ATP. Lo último que una célula necesita es exponer su ADN y las proteínas celulares críticas a estos radicales libres peligrosos. Por suerte, las células eucarióticas esconden el ADN en un núcleo donde permanecen a salvo de los radicales libres. Pero cuando las células envejecen, las membranas lipídicas empiezan a gotear: los radicales libres empiezan a escapar. Las células usan la vitamina E, dismutasa del superoxido, y varios otros mecanismos para tratar con los radicales libres. Desgraciadamente, al envejecer, todos estos mecanismos se vuelven menos disponibles. Como resultado, los radicales libres vagan más libremente y dañan más en las células más viejas que lo que hicieron en las células más jóvenes.

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Teoría neuroendocrina e inmune

En estas teorías, el proceso del envejecimiento se relaciona al declive de los sistemas esenciales para 1) el control y mantenimiento de otros sistemas dentro de un organismo, y 2) la habilidad de los organismos de comunicarse y adaptarse al ambiente en que ellos viven. En los humanos, todos los sistemas pueden ser considerados indispensables para la supervivencia. Sin embargo, el nervioso, endocrino, y los sistemas inmunológicos juegan un papel importante por sus acciones ubicuas coordinando todos los otros sistemas y en su sensibilidad interactiva y defensiva a los estímulos externos e interiores.

La teoría neuroendocrina. Esta teoría propone que el envejecimiento es debido a los cambios en funciones neurales y endocrinas que son cruciales para 1) la coordinación de la comunicación de todos los sistemas del cuerpo con el ambiente externo; 2) la programación de las respuestas fisiológicas a los estímulos medioambientales; y 3) el mantenimiento de un estado funcional óptimo para la reproducción y supervivencia mientras se responde a las demandas medioambientales. Estos cambios, a menudo perjudiciales en la naturaleza, no sólo afectan selectivamente a las neuronas y hormonas que regulan las funciones evolutivamente significativas como la reproducción, crecimiento, y desarrollo; también afectan aquéllos que regulan la supervivencia a través de la adaptación. Así la duración de la vida, como una de las funciones cíclicas del cuerpo regulada por» los relojes biológicos,» sufriría un continuo de fases secuénciales manejado por los signos nerviosos y endocrinos. Alteraciones del reloj biológico en la sensibilidad disminuida a los estímulos que manejan el reloj, o la coordinación excesiva o insuficiente de respuestas, rompería el reloj y los ajustes correspondientes. Un componente importante de esta teoría es la percepción del eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal como el regulador principal, el» marcapasos» que señala el inicio y terminación de cada fase de la vida. Una de las funciones mayores del eje es mantener los ajustes fisiológicos necesarios para la preservación y mantenimiento de la homeostasis interior a pesar de los cambios continuos en el ambiente. Durante la duración de la vida, la exposición crónica a la tensión provocada por una multitud de estímulos físicos, biológicos, o emocionales puede agotar o puede debilitar la capacidad adaptativa. El envejecer sería el resultado entonces de» una habilidad decreciente de sobrevivir la tensión».

El hipotálamo regula varias funciones nerviosas importantes (por ejemplo, los sistemas simpático y parasimpático, las funciones viscerales), las conductas (por ejemplo, sexual conductas alimenticias, rabia, miedo), y las funciones endocrinas, como producir y secretar hormonas que estimulan o inhiben la descarga de otras hormonas en otras glándulas endocrinas. En respuesta a la señal del hipotálamo, la pituitaria, a menudo llamada la glándula endocrina principal, produce y secreta varias hormonas que actúan para regular muchas funciones importantes del cuerpo. La regulación pituitaria ocurre liberando las hormonas (por ejemplo, la hormona somatotrópica, la oxitocina, la vasopresina), o estimulando una glándula endocrina periférica como la corteza suprarrenal, tiroides, o gónadas.

La teoría inmunoendocrina. En la jerarquía de la regulación multisistémica a lo largo de las fases secuénciales de vida, hay un papel significativo para la interacción e integración de los sistemas neuroendocrino e inmunológico. Tal interacción ocurre a través de 1) neuropéptidos y citoquinas, 2) varias hormonas como la vasopresina, la hormona tiroides-estimulante, prolactina, hormona del adrenocorticotropico, y hormona somatotrópica  y 3) la acción recíproca de citoquinas en las funciones neuroendocrinas. 

El sistema inmunológico debe controlar y eliminar organismos y sustancias extrañas en el cuerpo mientras reconoce al mismo tiempo y evitando por consiguiente la destrucción de las moléculas (las células y tejidos) de sí mismo. En la mayoría de los humanos mayores, la inmunosenescencia se caracteriza por una resistencia disminuida a las enfermedades infecciosas, una protección disminuida contra el cáncer, y un fracaso aumentado para reconocer los tejidos propios (patología autoinmune). Sin embargo, las respuestas inmunes  son diferencialmente afectadas con la edad. En los humanos, el timo es uno de los órganos inmunes más importantes: está envuelto en la selección y maduración de linfocitos T. El timo alcanza una cresta en los dos años y funciona durante la pubertad; brevemente después de esto, se atrofia y progresivamente reduce su producción de linfocitos T maduros y hormonas. Esta señal de inmunosenescencia temprana puede interpretarse una vez como un intercambio entre la utilidad decreciente del timo y el gasto de manutención del órgano. Otras funciones, como la actividad de los linfocitos natural killers, las células dendríticas, los macrófagos y el sistema del complemento, son bien conservadas en los centenarios saludables.

Los sistemas neuroendocrino e inmunológico son dotados de un grado alto de plasticidad, es decir, la habilidad de modificar su función según la demanda. La plasticidad es muy eficaz en las edades tempranas pero también persiste a la edad avanzada. Siendo determinante en el éxito o no de lograr un envejecimiento menos marcado y más saludable.

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El envejecimiento patológico es el proceso de envejecimiento que se caracteriza por la presencia de enfermedad, como diabetes del adulto, artritis, enfermedad cardiovascular u osteoporosis. Esto no es considerado el envejecimiento normal. Estas condiciones son debidas a herencia o estilo de vida. Sin embargo, las cataratas son consideradas del envejecimiento normal, porque si se vive bastante tiempo se desarrollarán.

Cada vez la tierra rodea el sol, nosotros tenemos cronológicamente un año más, todavía nosotros sabemos que la proporción a que las personas envejecen biológicamente varía ampliamente. La pérdida de tono del músculo, circulación, capacidad inmune, elasticidad superficial y flexibilidad de las articulaciones por ejemplo, ocurre más rápidamente en algunas personas que en otros. Esto es debido a la expresión del gen. Los genes no cambian, pero su expresión hace:

Genotipo + (dieta, estilo de vida y medio ambiente) = fenotipo.

Por consiguiente, nosotros no somos prisioneros de nuestro destino genético. Hay un nivel de plasticidad en la expresión del gen.

Hay un cambio del paradigma grande que necesita ocurrir en nuestro pensamiento: envejecer es una enfermedad que puede prevenirse o puede invertirse. Variables cambiantes que afectan los genes como la dieta, estilo de vida, y tensión pueden tener un impacto en la expresión genética.

PATOFISIOLOGÍA DEL ENVEJECIMIENTO

Cuando los humanos envejecen, todas las funciones y características son modificadas. No hay ningún acuerdo general claro sin embargo, sobre lo que realmente ha envejeciendo naturalmente versus los efectos de desuso y enfermedad. Los estudios más tempranos intentaron identificar los efectos de envejecimiento natural o normal libre de la enfermedad como distinto del desarrollo de enfermedades relacionadas con la edad como el cáncer, la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la osteoporosis, y las neurodegenerativas como la demencia y la enfermedad de Alzheimer. Los resultados de tales estudios sugieren que los efectos de envejecer son sumamente» plásticos» e inconstantes de persona a persona.

Los cambios propios observados durante el envejecimiento incluyen pérdida de la fuerza y de la elasticidad, decremento en el desempeño cardiovascular, aumento en el tejido graso corporal con una concomitante reducción del tejido muscular, reducción en el clearance renal, en la inmunidad mediada por celular y el la capacidad de percibir vibraciones. Compromiso en la visión de cerca y en la acomodación a la oscuridad. Disminución en la agudeza olfativa y en el gusto, aumento de autoanticuerpos y niveles alterados de hormonas.

El modelo de expresión del gen cambia cuando nosotros envejecemos. Los genes simplemente son los mismos, pero lo que ellos hacen no. Así como la diferencia entre una célula del músculo y una célula superficial está en el modelo de expresión del gen, también, es la diferencia entre una célula joven y una vieja. La lista de cosas que afectan la expresión del gen es enorme. Cada célula afecta a sus vecinas;  las hormonas, dieta, actividad, infecciones, inflamación, y una lista de otras cosas afectan la expresión del gen. De hecho, la lista es prácticamente el infinito: casi todo afecta hasta cierto punto en alguna parte la expresión del gen en una célula en el cuerpo. Existe sin embargo algo que parece ser el controlador mayor de ese cambio: La telómera.

La telómera es un pedazo largo de ADN al final de cada uno de sus cromosomas. Debido a la manera en que el ADN se replica, cada vez que una célula se divide, pierde una parte pequeña de su telómera. Esta pérdida gradual causa un cambio en las proteínas alrededor de la telómera que a su vez causa un cambio indirecto en la expresión del gen a lo largo del resto del cromosoma. El resultado global es simple: cada vez que las células se dividen, se ponen un poco más viejas. Aunque algunas células nerviosas y musculares, no se dividan muy a menudo, esto no las protege. En cada caso las células que no se su cambio es dependiente de células que si lo hacen. Por ejemplo, en el caso de células del músculo cardiaco, no es el corazón que envejece, pero dentro de las arterias, sus células endoteliales si se dividen, las cuales además son susceptibles a factores como la tensión arterial, el cigarrillo, la diabetes, y otras cosas conocidas que pueden causar arteriosclerosis.

En la enfermedad de Alzheimer, es la microglia la que parece ser culpable. En la artritis, es el condorcito que constituye el cartílago en las articulaciones. En los huesos, los osteoblastos envejecen produciendo la osteoporosis. En el sistema inmunológico, los linfocitos envejecen y producen una función inmune pobre. En la piel, los fibroblastos y queratinocitos envejecen y producen la piel delgada y arrugada. En cada tejido, en cada enfermedad, nosotros encontramos células dividiéndose, envejeciendo, cambiando, y fallando.

Carlos Arturo González

Cirujano Plástico, Práctica Privada, Egresado FUJNC - Clínica San Rafael. Bogotá

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